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CONTEXTOS/ Paradoja de la adaptabilidad

Por Teófilo Benítez Granados, Rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas (CESCIJUC).

Existen dos caras de la adaptabilidad: puede transformar e imponer el aprendizaje continuo pero al mismo tiempo abrazar viejos esquemas. Es la paradoja entre la innovación y el estatismo.

La adaptabilidad es el factor que permitirá campear por entornos lleno de volatilidad e incertidumbre, e incluso enfrentar irrupciones en los esquemas de trabajo, guerras geopolíticas, acendramiento tecnológico y más.

Esta capacidad permite aprender de manera flexible y aplicar ese conocimiento en todas las situaciones. Es la habilidad de aprender a aprender. Implica, además, tomar conciencia y estar abiertos al cambio ahora, lo que logrará mantener el control sobre la incertidumbre antes de que las presiones se acumulen y dificulten el cambio de rumbo.

Incluso se asume que la adaptabilidad es el factor crítico de éxito durante los períodos de transformación y cambio sistémico. Permite ser más rápidos y mejores en el aprendizaje, y orienta hacia las oportunidades que se presentan, no solo es una respuesta ante los desafíos.

Sin embargo, al mismo tiempo, las mismas condiciones que vuelven tan importante a la adaptación puede desencadenar miedo y recurrir a patrones familiares o a cualquier solución que haya funcionado la última vez. Llamamos a esto la «paradoja de la adaptabilidad».

Es decir, cuando más necesitamos aprender y cambiar, nos aferramos a lo que sabemos. Es una manera que sofoca el aprendizaje y la innovación. En todo caso, mantener una mentalidad de aprendizaje al estar bajo presión es lo que nos asegura vigencia en acciones, políticas y decisiones.

Ahora, la adaptabilidad permanente no es una habilidad natural ni fortuita. Puede aprenderse.

Existen acciones que se pueden tomar para ser más adaptables, como privilegiar el propio bienestar. Cuidar la salud física y mental se asoció con una mejora del 21 por ciento en la efectividad laboral, una mejora del 46 por ciento en el compromiso de los empleados y una mejora del 45 por ciento en el bienestar.

Otra acción crucial es generar un sentido de propósito: ofrece un marco que hace que el trabajo duro valga la pena y amplía la tolerancia al cambio. Cuando los empleados sienten que su propósito está alineado con el de su organización, los beneficios se expanden para incluir un mayor compromiso, autoeficacia y lealtad.

Otra acción crucial para lidiar con la paradoja de la adaptabilidad es renunciar conscientemente a las mentalidades del statu quo ante situaciones de alto estrés.

Un enemigo de la mentalidad adaptativa es la creencia de que es su trabajo tener las «respuestas correctas» en lugar de saber cuándo hacer las preguntas correctas. Es despojarse del estatus de «expertos» al navegar por situaciones inciertas mediante la recopilación de información de formas nuevas y productivas. Al cambiar su mentalidad para fomentar el aprendizaje, la curiosidad y la apertura al cambio, se genera la flexibilidad para encontrar soluciones.

La asignatura pendiente no es generar adaptabilidad, sino destrabar su paradoja.

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