- Zimapán hace varias décadas vive sumergido en una ola de corrupción, en dónde la justicia no impera.
- Sus habitantes han denunciado condiciones de trabajo precarias, violaciones a sus derechos laborales y amenazas constantes por parte de empresarios que dominan el sector minero.
Zimapán, Hidalgo, a 13 de junio de 2025.- Enclavado en el estado de Hidalgo, Zimapán es un municipio cuya principal actividad económica es la minería. Sin embargo, más allá de los metales que extrae, el pueblo parece estar sepultado por una realidad más cruda: la corrupción, la contaminación ambiental y el abandono institucional.
Desde hace décadas, los habitantes han denunciado condiciones de trabajo precarias, violaciones a sus derechos laborales y amenazas constantes por parte de empresarios que dominan el sector minero. La situación alcanzó un punto crítico el pasado 28 de mayo, cuando un grupo de trabajadores -en su mayoría desempleados- alzó la voz respaldado por la Unión de Sindicatos.
Durante una reunión pública, denunciaron no sólo la falta de prestaciones de ley y equipos de protección, sino también un ambiente de miedo, donde quejarse es sinónimo de ser vetado del mercado laboral. «Si hablas, menos te contratan», expresaron.
A esto se suma un problema igualmente grave: la contaminación provocada por la empresa SAGO Import Export S.A. de C.V., que almacena residuos del proceso metalúrgico en una presa sin medidas de contención adecuadas. Hace unas semanas, dicha presa sufrió un desbordamiento, esparciendo aún más residuos tóxicos sobre la tierra, el aire y el agua.
La PROFEPA acudió al sitio y clausuró parcialmente la zona, pero actualmente la empresa opera con normalidad y sin restricciones visibles. El sello de clausura desapareció sin explicación. El 11 de junio, líderes sindicales tenían programada una reunión con trabajadores de las comunidades de San Pedro y Carranza.
Sin embargo, a una hora del destino, el acceso fue bloqueado por elementos de la Policía Estatal, quienes impidieron el paso exclusivamente a los representantes sindicales, sin identificarse ni ofrecer razones claras, más allá de que «cumplían órdenes».
Por su parte, los medios de comunicación sí lograron ingresar a la zona afectada. Durante el recorrido a la presa, fue evidente la gravedad de la contaminación: el aire era denso, provocaba ardor en ojos y garganta, y cualquier intento de hablar derivaba en tos inmediata. Nadie del equipo llevaba cubrebocas; usaron papel higiénico como único recurso improvisado.
En el trayecto, se encontraron también con un grupo de transportistas, quienes controlan la mayoría del trabajo al poseer más camiones. Estos mismos, señalaron varios, son quienes bloquean la entrada a los sindicatos, pues consideran que la unión de trabajadores amenaza su dominio económico. Uno de los ejidatarios guió a los periodistas a lo largo de la presa, señalando puntos clave de la contaminación, mientras relataba el abandono y la impunidad que viven.
“En Zimapán reina la corrupción, el egoísmo puro del ser humano, donde se enriquecen algunos a costa de los demás, se dejan llevar por las mieles que les da el sentirse poderosos, hacer y deshacer a su antojo, como si fueran Dioses. Y sí bien no todos podemos pertenecer a la misma jerarquía, ya que todos tenemos roles en la sociedad, y eso da la funcionalidad, pero cuando personas rebasan límites y se aprovechan para someter, amedrentar y tratar a los trabajadores peor que si fueran esclavos, y adentrando a la sociedad en un abismo profundo y lleno de miedo, donde alzar la voz está prohibido”, señaló uno de los pobladores quien omitió su nombre por temor a represalias.
Asimismo, destacó, “que hoy las mismas personas que les dieron ese poder, son las mismas que están hartas, cansadas y que quieren un futuro mejor para sus hijos y por eso están dejando a un lado el miedo y están decididos a terminar con esta injusticia en la que han vivido por décadas”.
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